En el mundo acelerado de hoy, la importancia de un sueño reparador es innegable. Un sueño de calidad, especialmente uno profundo y reparador, desempeña un papel vital en nuestro rejuvenecimiento físico, agudeza mental y salud general. Aquí analizamos los fundamentos científicos del sueño y ofrecemos consejos prácticos para ayudarte a mejorar la calidad de tu descanso. Al comprender los complejos procesos que ocurren durante el sueño e implementar técnicas basadas en la evidencia, puedes aprovechar al máximo tu descanso nocturno, lo que te permitirá mejorar tu rendimiento, tu salud, tu bienestar y promover la longevidad.
Entendiendo la ciencia del sueño
La base científica del sueño gira en torno al ritmo circadiano corporal, a menudo denominado nuestro "reloj interno". Este ritmo está regulado por diversos factores, que analizaremos a continuación. El sueño en sí no es un concepto uniforme, sino un proceso complejo que consta de varias etapas distintas, cada una de las cuales desempeña un papel vital en nuestra salud. Desde que nos dormimos hasta que nos despertamos, nuestro cuerpo atraviesa un ciclo de sueño continuo que determina la calidad de nuestro descanso.
Este ciclo de sueño [1] normalmente se desarrolla de la siguiente manera:
- Sueño ligero (N1 y N2): Estas etapas iniciales preparan el cuerpo para un sueño más profundo. Durante N1, el cuerpo se despierta con facilidad, mientras que en N2 se produce una ligera disminución de la temperatura corporal y una frecuencia cardíaca más lenta.
- Sueño profundo (N3): También conocido como sueño de ondas lentas, esta etapa es crucial para la recuperación física. Durante el sueño profundo, el cuerpo repara tejidos, fortalece el sistema inmunitario y consolida la memoria. Diversas investigaciones han demostrado que esta etapa es esencial para la función cognitiva , la regulación hormonal y la salud general.
- Sueño REM (movimientos oculares rápidos): Una de las cuatro etapas del ciclo del sueño, caracterizada por una actividad cerebral única, movimientos oculares rápidos, sueños vívidos y parálisis muscular temporal. Desempeña un papel crucial en la regulación emocional, la consolidación de la memoria y el desarrollo cerebral.
La melatonina ayuda a indicar al cuerpo que es hora de dormir, provocándonos somnolencia y bajando nuestra temperatura corporal. La producción y regulación corporal de las hormonas relacionadas con el sueño y la vigilia, como la melatonina, sigue el ritmo circadiano, por lo que mantener un horario de sueño constante es fundamental. Por lo tanto, comprender estas etapas del sueño nos ayuda a apreciar su complejidad y a desarrollar estrategias para adaptar nuestros hábitos a los ritmos naturales del cuerpo y a la producción hormonal, promoviendo una mejor calidad del sueño y una mejor salud general.
Estrategias para mejorar la calidad del sueño
Cree un entorno más propicio para el sueño
Crear un ambiente de sueño óptimo es crucial para un descanso de calidad, siendo los aspectos clave en tu entorno: la luz, la temperatura y el ruido.
1. Exposición a la luz
La luz desempeña un papel crucial en la regulación de la producción de melatonina, a menudo denominada la "hormona del sueño", esencial para nuestro ciclo sueño-vigilia. La melatonina se produce en el cerebro y sus niveles aumentan al anochecer, cuando la oscuridad indica al cuerpo que es hora de relajarse para dormir. Por el contrario, la exposición a la luz por la mañana provoca una disminución en la producción de melatonina, lo que indica que es hora de despertar y comenzar el día [2]. Por lo tanto, es fundamental controlar la exposición a la luz tanto durante el sueño como en ciertos momentos de la vigilia.
Incluso niveles bajos de luz durante el sueño pueden tener efectos negativos considerables en la calidad del sueño, especialmente en el sueño profundo. La exposición a la luz, incluso con los párpados cerrados, puede suprimir la producción de melatonina, alterando el ciclo natural sueño-vigilia y dificultando la entrada y el mantenimiento de las fases de sueño profundo. Esta supresión activa el sistema de activación cerebral, lo que provoca transiciones más frecuentes entre las fases del sueño y reduce la duración total del sueño profundo durante la noche. En consecuencia, el sueño se fragmenta, con despertares más frecuentes, incluso si no se recuerdan, lo que impide que el cerebro complete los ciclos de sueño completos, esenciales para las funciones restauradoras. La alteración de la arquitectura del sueño altera el equilibrio de las fases del sueño, a menudo reduciendo la proporción de sueño profundo, lo que puede alterar procesos fisiológicos críticos como la recuperación física, la consolidación de la memoria, la regulación hormonal y la desintoxicación cerebral. Por ejemplo, el sueño profundo activa el sistema glinfático del cerebro, eliminando los desechos cerebrales y desencadenando la liberación máxima de la hormona del crecimiento, esencial para la regeneración celular y el metabolismo. Al interferir con estos procesos, la exposición a la luz durante el sueño puede tener consecuencias de gran alcance para la salud general y la función cognitiva [3].
Consejos profesionales:
Para proteger el sueño profundo y sus beneficios asociados, es fundamental crear un entorno de sueño lo más oscuro posible, utilizando métodos como cortinas opacas o antifaces para bloquear la luz ambiental.
Por la misma razón, también es vital recibir la luz del sol por la mañana para indicarle al cerebro que es hora de despertar. Cuando los ojos detectan las longitudes de onda de la luz azul de la luz solar, le indican al reloj maestro del cerebro, el núcleo supraquiasmático (NSQ), que suprima la producción de melatonina, lo que mejora la vigilia y promueve la liberación de serotonina, un precursor de la melatonina. Este proceso garantiza que los niveles de melatonina aumenten de forma natural por la noche, lo que facilita conciliar el sueño. La exposición regular a la luz del sol por la mañana sincroniza el reloj interno con el ciclo día-noche, mejorando la calidad y la duración del sueño. Procura tomar de 10 a 30 minutos de luz solar por la mañana al día para mantener un equilibrio óptimo entre sueño y vigilia.
2. Luz artificial
La luz artificial, especialmente la luz azul emitida por dispositivos electrónicos, puede alterar significativamente la calidad del sueño al experimentarla por la noche. Las investigaciones han demostrado sistemáticamente que la exposición a la luz azul de teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras y otros dispositivos antes de acostarse puede suprimir la producción de melatonina, alterar el ritmo circadiano y afectar negativamente la calidad del sueño. Un estudio centrado en niños en edad escolar reveló que el uso nocturno, tanto agudo como repetido, de teléfonos inteligentes acortaba el tiempo total de sueño y aumentaba los despertares tras el inicio del sueño, lo que destaca los efectos inmediatos de dicha exposición [4]. Una revisión sistemática de investigaciones sobre la luz azul y el sueño enfatizó que la exposición excesiva a la luz azul de dispositivos electrónicos por la noche puede contribuir a problemas de sueño al afectar la secreción de melatonina en el cerebro, lo que podría alterar todo el ciclo sueño-vigilia [5]. Esta alteración puede provocar dificultades para conciliar el sueño y mantenerlo durante la noche. El impacto de la exposición a la luz azul no se limita a los efectos inmediatos; la exposición crónica puede provocar alteraciones a largo plazo de los ritmos circadianos, lo que podría contribuir a trastornos del estado de ánimo, deterioro cognitivo y alteraciones metabólicas. [6] .
Consejos profesionales:
Para mitigar estos efectos negativos, los expertos recomiendan limitar la exposición a la luz azul en las horas previas a acostarse, usar filtros de luz azul, usar gafas que bloqueen la luz azul o, idealmente, evitar por completo el uso de pantallas una o dos horas antes de dormir. Crear un entorno propicio para el sueño con una iluminación tenue y cálida por la noche también puede ayudar a promover la producción natural de melatonina y mejorar la calidad general del sueño.
3. Temperatura
La temperatura desempeña un papel crucial en la calidad del sueño, especialmente en su profundidad y continuidad. Incluso pequeñas fluctuaciones en la temperatura ambiente tienen efectos sustanciales en la arquitectura del sueño. El cuerpo humano experimenta de forma natural un descenso de la temperatura central como parte del ritmo circadiano, lo que ayuda a iniciar y mantener el sueño. Cuando el ambiente para dormir es demasiado cálido, interfiere con este proceso natural de enfriamiento, dificultando conciliar el sueño y permanecer dormido. Las temperaturas elevadas pueden reducir la duración del sueño de ondas lentas (sueño profundo) y del sueño REM, dos etapas críticas para la recuperación física y la función cognitiva. Esta alteración puede provocar despertares más frecuentes y fragmentación del sueño, incluso si no se recuerda conscientemente, impidiendo la finalización de los ciclos de sueño completos esenciales para las funciones restauradoras. Esto puede afectar a diversos procesos fisiológicos, como la termorregulación, la tasa metabólica y la producción hormonal. Por ejemplo, la secreción de la hormona del crecimiento, que alcanza su punto máximo durante el sueño profundo, puede reducirse en condiciones más cálidas, lo que podría afectar la reparación tisular y el metabolismo [7]. Además, las temperaturas más altas pueden aumentar la sudoración nocturna y el malestar general, lo que compromete aún más la calidad del sueño. Por el contrario, dormir en un ambiente fresco (alrededor de 65 °F o 18,3 °C) puede ayudar, acompañando la caída natural de la temperatura del cuerpo y dando lugar a un sueño más reparador.
Consejos profesionales:
Al comprender la intrincada relación entre la temperatura y la fisiología del sueño, podemos optimizar nuestro entorno para un descanso de mayor calidad. Considere ajustar la temperatura de su habitación, usar cubrecolchones refrescantes o tomar un baño caliente antes de acostarse para inducir un rápido efecto de enfriamiento fisiológico.
4. Ruido
Incluso durante el sueño, el sistema auditivo permanece activo, procesando los sonidos entrantes y potencialmente desencadenando respuestas de excitación. Los ruidos repentinos o irregulares pueden causar microdespertares, interrumpiendo la progresión natural de las etapas del sueño y reduciendo el tiempo de sueño profundo y REM reparador. Estas alteraciones activan el sistema nervioso simpático, lo que provoca un aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la liberación de cortisol, todo lo cual contribuye a un estado de alerta elevado incompatible con un sueño de calidad [8]. La exposición crónica al ruido nocturno se ha relacionado con consecuencias a largo plazo para la salud, incluyendo problemas cardiovasculares y deterioro cognitivo, debido a los efectos acumulativos de la fragmentación del sueño y las respuestas al estrés. Además, el ruido puede enmascarar importantes señales auditivas que el cerebro utiliza para mantener la continuidad del sueño, lo que compromete aún más la calidad del mismo.
Consejos profesionales:
Para optimizar el sueño en entornos ruidosos, considere usar máquinas de ruido blanco para crear un fondo de sonido consistente, invertir en medidas de insonorización como cortinas pesadas o paneles acústicos y usar tapones para los oídos de alta calidad diseñados para dormir para reducir el impacto de los sonidos disruptivos.
Promover la relajación
La práctica de técnicas de relajación puede influir significativamente en la calidad del sueño a través de diversos mecanismos fisiológicos. Un metaanálisis de 49 estudios reveló que las intervenciones basadas en mindfulness tuvieron un efecto positivo significativo en la calidad del sueño [9].
Los ejercicios de respiración profunda, por ejemplo, activan el sistema nervioso parasimpático, reduciendo la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que favorece la conciliación del sueño [10]. Por otro lado, se ha demostrado que la relajación muscular progresiva disminuye los niveles de cortisol (una hormona a menudo asociada con el estrés) y la tensión muscular, promoviendo un estado de relajación física que facilita el sueño. La meditación consciente puede reducir la actividad en la red neuronal por defecto del cerebro, asociada con la divagación mental y la rumiación, que a menudo interfieren con el sueño.
La actividad física regular influye en el sueño a través de múltiples vías. El ejercicio aumenta los niveles de adenosina en el cerebro, un neurotransmisor que promueve la presión del sueño. También ayuda a regular el ritmo circadiano al influir en las fluctuaciones de la temperatura corporal central. Por ejemplo, estudios han demostrado que el entrenamiento aeróbico constante conduce a aumentos significativos en la duración total del sueño, la eficiencia del sueño y la latencia del inicio del sueño [11,12] . Sin embargo, es importante considerar el momento del ejercicio, debido a su efecto sobre la temperatura corporal central y los niveles de cortisol. El ejercicio vigoroso eleva ambos, lo que podría interferir con el sueño si se realiza demasiado cerca de la hora de acostarse. Las investigaciones sugieren que finalizar los entrenamientos intensos al menos 3 horas antes de dormir permite tiempo suficiente para que estos parámetros fisiológicos vuelvan a los niveles basales para optimizar la calidad del sueño.
Coma una dieta equilibrada
Ciertos nutrientes presentes en la dieta pueden mejorar significativamente el descanso nocturno o interrumpirlo significativamente. Por lo tanto, al buscar mejorar la duración y la calidad del sueño, es importante saber distinguirlos.
Qué evitar:
Aunque parezca que se duerme fácilmente después de un par de pintas de cerveza o unas copas de vino, el impacto del alcohol en el sueño es mucho más complejo de lo que parece. Si bien puede ayudar a conciliar el sueño más rápido gracias a sus efectos sedantes, el alcohol altera significativamente la arquitectura del sueño, lo que provoca una calidad de sueño general significativamente deficiente. Suprime el crucial sueño REM en la primera mitad de la noche, esencial para las funciones cognitivas y la regulación emocional. A medida que avanza la noche y se metaboliza el alcohol, el sueño se fragmenta, lo que provoca despertares frecuentes y un sueño más ligero y menos reparador. Esta alteración puede incluso provocar un "efecto rebote", causando un sueño REM excesivo más tarde en la noche, a menudo acompañado de sueños vívidos o pesadillas [13].
De igual manera, consumir comidas picantes o grasosas poco antes de acostarse también puede afectar el sueño. Las comidas picantes pueden causar indigestión y elevar la temperatura corporal, dificultando conciliar el sueño. Por otro lado, las comidas grasas tardan más en digerirse y pueden provocar molestias y reflujo ácido al acostarse. Ambos problemas digestivos pueden causar despertares frecuentes durante la noche, lo que fragmenta aún más el sueño. Diversos estudios demuestran que las personas con dietas ricas en grasas tienden a experimentar un sueño de ondas lentas menos reparador [14]. Para optimizar la calidad del sueño, es recomendable evitar el alcohol, las comidas picantes y grasosas en las horas previas a acostarse, lo que permite que el cuerpo entre en un estado de sueño más natural y reparador.
Qué monitorear:
Uno de los factores clave que influyen en la calidad del sueño en la dieta, como seguramente ya sabe, es la cafeína. Su impacto en el sueño es complejo y varía según la persona. Si bien enmascara eficazmente la somnolencia, solo crea una fachada de vigilia y no reduce realmente la necesidad fisiológica de dormir. En cambio, la cafeína actúa bloqueando los receptores de adenosina en el cerebro, suprimiendo temporalmente la sensación de fatiga. Sin embargo, este efecto es transitorio y, una vez que la influencia de la cafeína desaparece, la adenosina acumulada puede provocar una somnolencia repentina, que a menudo se experimenta como un bajón de cafeína a primera hora de la tarde [15]. Por lo tanto, el momento de consumo de cafeína es crucial para mantener la calidad del sueño. Curiosamente, algunas personas informan poder dormir bien a pesar de consumir cafeína más tarde en el día, lo que puede atribuirse a factores como el desarrollo de tolerancia o variaciones genéticas en el metabolismo de la cafeína. Sin embargo, es importante señalar que incluso en estos casos, la cafeína puede afectar negativamente la arquitectura del sueño, en particular al reducir la duración del sueño REM.
Consejos profesionales:
Aunque las reacciones individuales a la cafeína pueden variar, comprender sus posibles efectos sobre el sueño puede ayudar a tomar decisiones informadas sobre los patrones de consumo para optimizar la calidad del sueño. Aquí tienes algunos consejos generales:
Limite su consumo diario de cafeína a no más de 400 mg (aproximadamente de 3 a 4 tazas de café). Evite consumir cafeína al menos de 6 a 8 horas antes de acostarse para minimizar la interrupción del sueño. Para la mayoría de las personas, esto significa no consumir cafeína después de las 2 o 3 de la tarde, pero si es particularmente sensible a la cafeína, considere dejarla incluso antes, alrededor de las 11 de la mañana o del mediodía. Reduzca gradualmente su consumo a lo largo del día, comenzando con la bebida con más cafeína por la mañana. Tenga cuidado con las fuentes ocultas de cafeína, como el chocolate (lamentablemente), el té y algunos medicamentos. Además, si tiene problemas para dormir, intente controlar su consumo de cafeína y sus efectos en la calidad del sueño.
Qué aumentar:
Se ha demostrado que ciertos nutrientes favorecen una mejor calidad del sueño. Por ejemplo, el magnesio, presente en verduras de hoja verde, frutos secos y cereales integrales, se ha relacionado con una mejor calidad del sueño, incluyendo una reducción de la somnolencia diurna y una mayor duración del sueño [16]. Una revisión sistemática publicada en BMC Complementary Medicine and Therapies reveló una asociación significativa entre el nivel de magnesio y la calidad general del sueño. Otro ejemplo es la melatonina, producida naturalmente por el organismo, pero también presente en alimentos como las cerezas ácidas, los frutos secos y la leche, que puede ser eficaz en el tratamiento de los trastornos del sueño. Un metaanálisis reveló que la suplementación con melatonina tuvo efectos positivos en la calidad del sueño, según el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh (PSQI) en adultos [17].
La espermidina y el sueño
La espermidina , una poliamina presente en diversos alimentos como el germen de trigo, la soja y el queso curado, ha cobrado relevancia por sus posibles propiedades para mejorar el sueño. Las investigaciones sugieren que la espermidina puede contribuir a un mejor sueño. Se cree que esto se debe principalmente a una mayor autofagia , ya que se ha demostrado que la espermidina es un potente inductor de la autofagia, un proceso de limpieza celular que puede ayudar a regular los ciclos de sueño-vigilia. En humanos, un estudio poblacional informó que los participantes que consumieron alimentos ricos en espermidina experimentaron una mejor calidad de sueño y una reducción de la fatiga diurna [18]. Si bien se necesita más investigación para comprender completamente los efectos de la espermidina en los patrones de sueño humanos, estos hallazgos preliminares sugieren que la incorporación de alimentos ricos en espermidina a la dieta puede ser un enfoque natural prometedor para promover un sueño saludable. Además, muchos clientes han reportado experiencias positivas con Primeadine , destacando mejoras significativas en la calidad del sueño, según lo registrado a través de sus dispositivos portátiles. Los usuarios han notado una mayor duración del sueño y una reducción de las perturbaciones nocturnas, lo que demuestra la posible eficacia de la suplementación con Primeadine para promover un sueño reparador. Puede descubrir más sobre los beneficios de la espermidina para este sueño en esta publicación del blog.
Abordar las condiciones subyacentes del sueño
Los trastornos del sueño afectan significativamente la arquitectura del sueño, la salud general y la calidad de vida. A continuación, se presentan algunos ejemplos de trastornos del sueño comunes:
Insomnio: se caracteriza por dificultades para iniciar o mantener el sueño, afecta aproximadamente al 10-15% de la población adulta.
Apnea del sueño: Afecta hasta al 38 % de los adultos y causa obstrucción repetida de las vías respiratorias superiores durante el sueño, lo que provoca hipoxia intermitente y fragmentación del sueño. Esta afección se relaciona con un mayor riesgo cardiovascular y deterioro cognitivo.
Síndrome de piernas inquietas: Afecta a entre un 5 y un 10% de los adultos, está asociado a disfunción dopaminérgica y deficiencia de hierro, provocando una necesidad irresistible de mover las piernas, interrumpiendo a menudo el inicio del sueño.
Narcolepsia: Un trastorno neurológico que afecta a aproximadamente 1 de cada 2000 personas, se caracteriza por somnolencia diurna excesiva y pérdida repentina del tono muscular (cataplejía), resultante de una deficiencia en la neurotransmisión hipocretina/orexina.
El diagnóstico y el tratamiento tempranos de estos trastornos son cruciales, ya que pueden mejorar significativamente la calidad del sueño y los resultados de salud asociados.
Avances en la tecnología del sueño
Se han producido varios avances en la tecnología del sueño que ofrecen soluciones prometedoras para mejorar los trastornos del sueño. Un estudio sobre estimulación acústica de bucle cerrado, publicado en el Journal of Sleep Research, demostró mejoras significativas en la actividad de ondas lentas durante el sueño [19]. Esta tecnología utiliza algoritmos para detectar oscilaciones de ondas lentas en tiempo real y proporcionar estímulos auditivos sincronizados con precisión para potenciar estas ondas. El estudio informó un aumento del 26 % en la actividad de ondas lentas y mejoras asociadas en la consolidación de la memoria. Además, los algoritmos de aprendizaje automático y aprendizaje profundo han demostrado una precisión notable en la detección de la apnea del sueño a partir de registros de ECG de una sola derivación. Un estudio reciente en el IEEE Journal of Biomedical and Health Informatics informó una sensibilidad del 92,5 % y una especificidad del 91,8 % en la detección de eventos de apnea del sueño utilizando estos algoritmos avanzados, lo que potencialmente revoluciona la accesibilidad y la eficiencia del diagnóstico de los trastornos del sueño [20].
Conclusión
Lograr un sueño profundo y reparador es un proceso multifacético que implica comprender la ciencia del sueño, optimizar el entorno, mantener hábitos saludables y, potencialmente, incorporar suplementos como la espermidina. Al implementar estas estrategias basadas en la evidencia y mantenerse informado sobre las últimas investigaciones sobre el sueño, puede dar pasos significativos para mejorar la calidad de su sueño y su bienestar general. Recuerde que dormir bien no es un lujo; es una necesidad para una salud y un rendimiento óptimos en todos los aspectos de la vida. Al priorizar su sueño e implementar estas estrategias, está invirtiendo en su salud, productividad y calidad de vida.
Referencias
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